HDA fanfic FUEGO Y ESCARCHA Cap.1

Capítulo 1: Blanca Cenicienta

-¡Jacqueline Frost!- fue la bienvenida de su tía una vez hubo entrado en la Sala del Trono. Ésta estaba esperándola de pie delante de la gran silla con las manos en las caderas.

-¿Sí, tía?- Jack intentó no parecer demasiado culpable.

-Dime que no has sido tú quien ha liberado a los príncipes.

-Eh... Bueno...- suspiró- Lo siento.- Jack miró hacia el suelo, avergonzada.

-Oh, cariño...- La Reina se sentó en el trono tomando una gran bocanada de aire.- ¿Por qué lo hiciste?

-Lo siento mucho, de verdad. No lo sé, yo... yo sólo quería.. hacer amigos o... Es muy complicado vivir sin amigos, ¿sabes? ¡Sólo quería conocer a otras personas en AAA! ¡No quiero estar sola! ¡He estado sola toda mi vida! Quiero decir, sin amigos... ¡Por Glob, ya tengo 16! ¡Quiero tener algunos amigos y vivir una vida plena!- empezó a llorar sin querer. Dos frías lágrimas se deslizaron por sus mejillas y miró a su tía a los ojos, demasiado triste como para decir algo más.

-Cariño...- La Reina Hielo se levantó y caminó hacia ella. Miró a su sobrina y la abrazó.- No llores, cielo mío. Tienes razón, te mereces tener amigos. Es mi culpa que no los tengas. No te preocupes por ello, la próxima vez secuestraré algunos amigos para ti.

-¡NO! ¡No se hace así!- Jack se liberó de su abrazo violentamente, aún con lágrimas en los ojos.- Tía, quiero hacer mis propios amigos. No quiero secuestrar a nadie y forzarlo a ser mi amigo. Eso no es amistad...- suspiró y se enjugó las lágrimas de los ojos y mejillas.- Pero gracias por intentarlo, tía. De todos modos, hay algo que quiero preguntarte.

-¿Qué?- La Reina Hielo la miró, intrigada.

-El Príncipe Gumball me ha invitado a su fiesta de cumpleaños y me gustaría asistir. ¿Puedo ir?

-¡POR GLOB! ¡Claro que puedes! ¡Es una fiesta de Gumball! ¿Te ha invitado él?- chilló la Reina Hielo, emocionada.

-Sí, lo hizo. Me dio la invitación cuando yo... cuando liberé a los príncipes...- volvió a dirigir la vista al suelo, incómoda.

-Ya da igual, cariño. Por otro lado, es la ocasión perfecta para que hagas amigos. ¡No podría ser más perfecto!- la Reina Hielo caminaba de un lado a otro de la sala, hablando consigo misma. De pronto, corrió hacia Jack y la miró a los ojos, extasiada.- Te haré el vestid perfecto. Es un Baile Real, así que serás la más hermosa de todas.

-Tía, no es necesario que...- pero su tía ya corría hacia alguna parte y no la escuchaba.

-¡Confía en mí!- oyó su voz.

Algo preocupada todavía, Jack volvió a su habitación y siguió leyendo un libro.

~3 días más tarde~

-¡Jack, cielo! ¡Ven! ¡He acabado tu vestido y la fiesta es en dos horas, debes prepararte!

-¡Voy!- Jack entró a la habitación donde estaba su tía y paró de andar en cuanto vio el vestido.

En un maniquí había un vestido azul corto, casi blanco. Era de escote palabra de honor y lo suficientemente ceñido para que realzara su figura. El corte del vestido le llegaba hasta la mitad de los muslos y el resto era tul blanco que llegaba hasta sus tobillos con cuentas de cristal. Una cinta azul se anudaba a la cintura con un gran lazo y llevaba sólo dos tirantes (también de tul blanco) en el brazo izquierdo.

-¿Te gusta?- preguntó la Reina Hielo a su sobrina.

-¡P-por supuesto que me gusta! ¡Es el vestido más bonito que he visto jamás!- Abrazó de repente a su tía y la besó en la mejilla.- ¡Muchísimas gracias, tía! ¡Te quiero!

-De nada, cielo.- Besó la frente de su sobrina y le devolvió el abrazo.- Ha sido un placer confeccionarlo para ti.- Miró el reloj de pared, que señalaba las siete y cuarto y dijo:- Vamos, cariño, empieza a darte un baño rápido, prepararé tu transporte.

-Ok.- Corrió hacia su cuarto de baño.

Tras una ducha rápida, el reloj apuntaba las siete y media.

-Jacqueline, ¿estás lista? He de peinarte.

-Sí, aquí estoy.- Se sentó en una silla y su tía comenzó a trabajar en su pelo.

Cuando hubo acabado, Jack llevaba su cabello blanco recogido en un moño con una redecilla y el resto del pelo suelto hacia su hombro derecho, hasta el pecho.

-Ya puedes mirar.- Su tía le tendió un pequeño espejo hecho de hielo.

-Uau. Me encanta. Es perfecto.

-Venga, vamos a vestirte; has de salir a las ocho y media.
La Reina la ayudó con el vestido, retocando tules y colocando bien la fina tela azul.

-Lo adoro, tía. Me siento guapa.- Dijo Jack cuando se admiró en el espejo de hielo.

-Tú eres hermosa, cariño. Ahora, no olvides tus zapatos.- Dijo, ayudando con las zapatillas azules de bailarina con cintas azul claro cruzadas que se anudaban en un lazo hasta bajo las rodillas.- Tengo otro regalo para ti.- La Reina enlazó una cinta alrededor de su cuello con un colgante en forma de copo de nieve de cristal.- Ahora estás lista.

-Muchísimas gracias, tía. Todo es perfecto.

Las dos mujeres fueron hasta la enorme puerta principal del Castillo, donde un carruaje tirado por caballos de nieve aguardaba por ella.

Cuando Jack estaba subiendo los tres peldaños, se giró y miró cariñosamente a su tía.

-Gracias por todo, tía. Te quiero.- Dijo, entró en el vehículo y cerró la puerta tras de sí.

-Yo también te quiero, cariño.
Id, a Chuchelandia.- Ordenó a los caballos mágicos, quienes empezaron a galopar hacia el castillo de golosinas.