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HDA Fanfic FUEGO Y ESCARCHA Cap.26

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ShinyWings1's avatar
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Capítulo 26: Doncella en apuros


La heroína humana terminó de arreglar el cajón que Cake tenía por cama y dejó el destornillador a un lado, probando a abrir y cerrar el cubículo de madera. Al comprobar que estaba perfectamente, sonrió, orgullosa de sí misma, apoyando los brazos en las caderas.
"Ha sido fácil.", se dijo. Tan sólo había tenido que cambiar las guías y listo. La gata ya podría volver esa noche a dormir a casa sin problemas, justo a tiempo.
Se estaba acostumbrando con rapidez a que pasara varios días en casa de MoChro, y aquella mañana cuando se le había caído el cajón a un lado una hora antes de ir a casa de su marido, le había pedido que lo arreglara como un favor rápido porque tenía algunos recados que hacer antes de ir con el monocromicornio y eso la retrasaría.
A Fionna no le suponía ningún problema reparar algo tan nimio, la entretendría un poco antes de empezar el día de verdad yendo a alguna aventura con BMO.

Al pasar cerca de la ventana, se detuvo en seco y se acercó más, echando un vistazo a través del cristal.
Le hirvió la sangre en las venas al ver a Marshall Lee plantar una gran sombrilla casi en la puerta de su casa. ¿¡Qué diablos hacía allí!? El enfado le golpeó en las sienes como un martillo gigante, recordándole que el vampiro no era bienvenido a su campo de visión siquiera tras la enésima jugarreta en Nochevieja, ya no digamos a la puerta de su casa. Y menos cargado como iba. ¿Para qué necesitaba unas enormes cartulinas blancas?
Fuera para lo que fuera, no quería saberlo ni lo quería a él a menos de dos kilómetros de ella.

Aunque lo cierto era que el enfado se le había pasado casi en su mayoría y el día anterior había estado a nada de llamarlo para quedar y jugar a videojuegos o incluso para atender a la sesión de banda que habría tocado la noche de antes, pero una cosa era pensar en actuar como si nada y otra muy distinta era verlo apareciendo en la puerta de la casa del árbol como si fuera su casa. Ya no lo era.

Con el ceño fruncido, bajó por la trampilla para ir a soltarle cuatro cosas bien dichas, dirigiéndose a la puerta a pisadas fuertes sobre las tablas de madera del suelo.
Al llegar ante la puerta, vio por la ventanita al eterno adolescente con una sudadera con capucha, precavido lo más que podía del Sol a pesar de la sombrilla que lo cubría ya, sosteniendo los carteles blancos con indecisión.
Le iba a dar ella indecisión. Abrió de golpe y se topó de bruces con un mensaje escrito en las cartulinas y al rey vampiro con cara de "no esperaba que estuvieras ya aquí".

"Hola, Fi", ponía en el recorte blanco de cartulina. Alzó la vista al guitarrista y al verlo esbozar una sonrisa de culpabilidad se le disparó la mano casi sola hacia su cara. Fue a levantar el puño para ir a atizarle una paliza al vampiro, pero Marshall quitó el cartel que tenía y dejó ver otro.

"Por favor, en la cara no.", se podía leer, mientras el rey inmortal cerraba los ojos esperando el golpe. La humana frenó en seco y lo miró de arriba a abajo.

-Dame un motivo, Abadeer.- dijo, entre dientes.

"Vengo a pedirte perdón". Sacó otro cartel, dejando el anterior en el suelo, mirándola con cara de cachorro abandonado.

-No pienso escucharte.- se negó la rubia, cruzando los brazos ante el pecho, obstinada. Como si pudiera solucionarlo todo así. No pensaba aguantar una disculpa vacía para que volviera a jugar con ella a los cinco minutos siguientes.

Como si el vampiro hubiera sabido qué iba a decir, quitó ese cartel y dejó ver otro.
"No hace falta que me escuches. Sólo lee.", ponía, mientras la miraba con la misma expresión de profundo arrepentimiento.
Fionna fue a abrir la boca cuando leyó el siguiente cartel.
"Por favor."

Aquello la habría ablandado en otra ocasión, pero era Marshall y ya se había metido con ella lo suficiente. No podía darle de nuevo las riendas de la situación, cada vez armaba un lío mayor al anterior y comenzaba a cansarse un poco del asunto.
...Pero era Marshall, y sabía perfectamente que, aunque quisiera, no podría estar enfadada eternamente con él. Tenía un punto en ella donde siempre la acababa derritiendo.

-...Sé breve.- concluyó, apoyándose en el marco de la puerta, tras resoplar.

"Gracias", sacó el siguiente cartel, esbozando una sonrisa esperanzada, todavía con aquella mirada arrepentida.

"Lo siento mucho por lo de Nochevieja"

"Y por todo", cambió de cartel antes que Fionna pudiera abrir la boca para decir algo respecto que le debía más de una disculpa.

"Entiendo que te enfadaras."

-Como para no hacerlo.- musitó la rubia, notando la sangre hervirle.

"¡Era una broma inocente!", rebatió el cartel a rotulador negro. "Pero comprendo que pasé el límite y mereces una disculpa."
"En realidad, mereces todas las disculpas del mundo", continuó, inspirando un aire que no necesitaba. "Pero me quedaría sin voz y mis fans te lincharían", prosiguió, esbozando una sonrisa diminuta.

Fionna reprimió la misma sonrisita, todavía mostrando en sus labios una fina línea de seriedad, esforzándose para no reír.

"En todo caso, como sé que no vas a querer escucharme..."
"(y estás en tu derecho)..."
"...te escribo que lo siento:", Marshall sacó el siguiente y antepenúltimo cartel, suspirando.

"(perdona a este imbécil)"
"Lo siento", aquello último estaba escrito en mayúsculas y repasado varias veces, como si se hubiera entretenido media hora en trazar las letras con la tinta negra, frustrado y casi desesperado por que aquello funcionara. Si no, 'Love Actually' mentía descaradamente.
Malditas películas anteriores a la Guerra...

Fionna se replanteó varias veces si debía perdonarlo o no, conmovida por el gesto y muy tentada de gritarle hasta hartarse que esa vez ya se había pasado casi tanto como cuando fingió su muerte con aquellos pastelitos de fresa de PG para hacerle admitir que estaba enamorada de él. El muy idiota...

-...¿Me das permiso para hablar ahora?- preguntó Marshall, en voz baja.

Fionna lo miró a los ojos e inspiró hondo.
No había ni una nota de burla en su voz, ni diversión en su cara, tan sólo una seriedad que no había visto hasta entonces más que un par de veces contadas y una timidez impropia de él. Vale, quizás mereciera una oportunidad para explicarse en voz alta.

-Sí, claro.- aceptó, encogiéndose de hombros y esbozando una pequeña sonrisa.

Al vampiro se le iluminó la mirada.

-Mira, soy un idiota,- comenzó, pasándose una mano por el pelo negro, resignado.- no hace falta que te lo diga porque ya lo sabes, pero lo admito. Quiero disculparme, sabes cómo soy, siempre bromeo y no esperaba que te afectara tanto. Falta de previsión, debí haber supuesto que te enfadarías así porque es un tema delicado para ti, lo entiendo, me pasé de la raya esta vez y tienes todo el derecho a estar enfadada conmigo, pero por favor, no uses ese derecho, me mata que no quieras hablarme, Fi.- casi le suplicó, mirándola también a los ojos.- Sé que eso suena muy egoísta, pero no puedo evitar serlo. Anoche tocaba ensayo y en vez de pasarlo genial contigo estuve escuchando la novela amorosa que es la situación de Bubba con Jackie.- admitió, resoplando un poco, sacándole una amplia sonrisa a la rubia, quien escuchaba sin rechistar.- No me malinterpretes, también fue divertido y me alegra que por fin tengan hoy una cita en condiciones, pero habría sido mejor la sesión de banda.

-...Estuve a punto de llamarte para ir.- confesó ella, resignada, haciendo que al vampiro le brillaran los ojos de la emoción.- Pero no te equivoques conmigo, eso no significa que no esté enfadada. Entiendo que te gusta hacer cosas por diversión, es lo único por lo que te mueves y me gusta apuntarme a los planes divertidos.- A decir verdad, le encantaba salir con él precisamente por eso, porque sabía divertirse con ella sin que hubiera malos rollos. Era Marshall Lee, su colega, y esa era la parte que más le gustaba y la que la había llevado a descubrir sus otros lados. Aunque siempre le gustaría más el eterno bromista.- Pero divertidos para los dos. Me mosqueó mucho que jugaras con una cosa como esa sabiendo lo que escuece aún el temita.- añadió, controlándose para no soltarle un golpe que lo tumbara en el suelo.- Pero... no puedo enfadarme contigo para siempre, por mucho que a veces quisiera. Así que júrame por tu guitarra que no te pasarás de nuevo conmigo y asunto resuelto.- zanjó, levantando la barbilla, orgullosa, con una amplia sonrisa en los labios.

A Marshall aquello le pareció un trato bastante justo, tenía claro que iba a dar lo mejor de sí para que no volviera a negarle la palabra antes de llegar allí, así que jurarlo por su guitarra era como jurarlo por una brizna de hierba puesto que sabía que lo daría todo para no volver a encontrarse en una situación como aquella.
El vampiro no se olvidó de lo que había traído también para ella y, sin decir una palabra pero con una amplia sonrisa asomando por sus comisuras, retrocedió hasta el palo de la sombrilla y cogió el objeto que estaba colgado en uno de los hierros que sostenían la tela del parasol. Volvió a plantarse ante la rubia extendiendo lo que resultó ser una camiseta.

-No pensaba jurar por mi guitarra, pensaba darte esto. Pero, ya que lo pones así, me parece justo.- dijo, sonriente, mostrándole su "obra de arte".

Fionna no pudo evitar que su sonrisa de orgullo pasara a una divertida al leer lo que ponía en la camiseta gris con grandes letras rojas. "HERO IN DA TREE".

-¿El gris es porque te ha entrado hambre de camino o porque la tela es así de verdad?- preguntó ella, risueña.

-La tela es así.- afirmó él, sacando pecho.- Si me hubiera entrado hambre me habría comido las letras, tienen una pinta...- bromeó, relamiéndose los labios para remarcarlo.- Pero bueno, el caso es que es para ti, rubita. Y lo otro, estoy de acuerdo.- Tras tenderle la camiseta, puso la mano derecha donde su corazón habría estado latiendo y levantó la izquierda, solemne.- Juro por mi preciada y asombrosamente molona guitarra que no volveré a pasarme de la raya contigo, Fi.- zanjó, serio.

Para ella fue más que suficiente, alegrándole el día al instante toda aquella paraeta que había montado para disculparse. Se puso la camiseta por encima de la que llevaba y se aseguró de que el gorro estuviera bien puesto, tanteando las orejas de conejo.

-Bueno, pues... ¿Videojuegos?-ofreció ella, invitándolo a pasar con una sonrisa enorme, en señal de paz.

-Guay, pero si la cosa va a más, te recuerdo: sin lengua... aún.- jugó, siseando en broma al pasar por su lado, aceptando al instante.

La heroína le dio un puñetazo en el hombro que llegó a dolerle bastante al chico inmortal antes de que pasara de largo hacia el salón.

-Tranquilo, si no la corto, tu lengua está a salvo.-zanjó, haciéndole un signo de victoria con los dedos. Él sólo rió y asintió con la cabeza, conforme con la condición, flotando hacia el sofá mientras se sobaba el brazo en el que la humana lo había atizado con fuerza.

"Esa es mi chica", no se atrevió a decir Marshall, con una sonrisa asomando por las comisuras.
Sentaba bien volver a estar estancado en lo mismo.

~Reino de Hielo~

Gumball asió con fuerza la cesta de picnic para que no le resbalara de la mano y se removió un poco mientras caminaba hacia la frontera de nieve con el Reino de Hielo, bostezando.
Le dolía todo el cuerpo, había pasado prácticamente toda la noche cayéndose y dándose batacazos contra el hielo del lago y estaba seguro de que estaría lleno de moratones. Para colmo, Marshall había estado constantemente riéndose y, las pocas veces que había ayudado eran las que lo había puesto en pie para poder seguir sacando fotos y divirtiéndose con sus resbalones. Aunque había de admitir que le había sido de gran ayuda las dos últimas horas en las que casi se caía de sueño y el vampiro había actuado con más amabilidad, enseñándole a mantener un mínimo de equilibrio sobre sus pies. Pero era obvio que las otras casi cinco horas las había pasado haciéndose algo parecido a un álbum personal de sus caídas y mirando con interés cada choque contra el hielo.

"Claro, todo es más fácil cuando la gravedad no te afecta apenas.", se dijo, bostezando de nuevo, agotado. Miró los patines que sostenía en la mano izquierda y suspiró. "Espero que por lo menos el ridículo pase pronto."
Esperaba no tener un aspecto demasiado horrible, tener que contar la de veces que se había estampado contra el lago congelado en mil posiciones diferentes sería aún más humillante que la de veces que se caería delante de ella.

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A la chica de escarcha no le sorprendía que Gumball aún no hubiera llegado cuando miró el reloj de pulsera y vio que todavía faltaban cinco minutos para las diez. Lo que no sabía era cómo había sido capaz de llegar casi veinte minutos antes de la hora acordada, teniendo en cuenta que siempre iba con la hora pegada a los talones... pero tenía sentido si tomaba en cuenta que apenas había pegado ojo en toda la noche. O, al menos, en toda la noche que había estado en casa, pues había acabado por entretenerse hablando con Flame hasta que casi habían dado las cinco de la mañana y hacía la vista gorda si contaba con que había dormido dos horas entre las vueltas en la cama por los nervios de la cita y las veces que se había desvelado.

Se miró las puntas de las botas y luego llevó la vista a su muñeca derecha, de donde pendía la pulsera que el príncipe de chicle le había regalado por Navidad. El copo de nieve alterado químicamente permanecía de un blanco transparente por la temperatura fría del lugar y Jack sonrió al evocar durante un instante el mismo momento en que le había cerrado la pulsera en torno a la muñeca hacía ya casi un mes. Claro que su sonrisa se esfumó al recordar también el vestido rojo con imitación de borreguito en los bordes... y los ligueros.
Apartó ese pensamiento de su cabeza y se palpó el pelo en busca de su horquilla, asegurándose que la llevaba encima. Acabó por apartarse un par de greñas de su campo de visión, como siempre, y deslizando los dedos por su cabello hasta el final de la trenza en la que había recogido aquella mata de desordenadas hebras níveas a las que llamaba pelo.

Volvió a mirar hacia la frontera en busca del hombre de caramelo en cuanto las manecillas dieron las diez y dos minutos y no tardó mucho en verlo acercarse con una cesta en la mano derecha y unos patines colgando por los cordones en la izquierda. No creía que Gumball pudiera llegar tarde a algún sitio aunque se lo propusiera.
No pudo evitar sonreír cuando vio que llevaba la misma bufanda que le había dado a ella durante el Festival de la Nieve. Le entró algo de pánico entonces por si no iba bien vestida, pero tampoco era como si pudiera hacer algo para arreglarlo a esas alturas del momento.

El príncipe de Chuchelandia esbozó una sonrisa nerviosa conforme se aproximaba a la frontera del Reino, impaciente, al verla allí de pie con las botas hundidas en la nieve y mostrándole una sonrisa tímida. Glob, ¿podía ser más adorable? Estaba sencillamente preciosa, sin necesidad de ningún vestido vaporoso o incómodo para ella, tan solo con unos vaqueros y una camiseta turquesa algo larga, casual. Seguro que no había pasado media hora delante del espejo, no como él. Le había costado la vida elegir los pantalones beige, la camisa en palo rosa y el polo morado de punto, por no olvidarse de coger prendas de abrigo como la chaqueta lila y la bufanda rosa que había llevado para el Festival de la Nieve del mes pasado. Probablemente no iba demasiado conjuntado, pero se había pasado casi toda la noche dándose golpes al caer y el sueño lo había hecho quedarse dormido el tiempo que tenía programado prepararse la ropa, por lo que había tenido que ir más apurado.

-Hola.- saludó Jack, en el preciso momento en que PG se plantaba ante ella, justo a un paso de la nieve, nerviosa.

-Buenos días.- le devolvió el saludo él, tras aclararse la voz para evitar que le saliera algún altibajo en el tono a causa del nerviosismo. Vio que ella miraba el reloj y por un momento se martirizó por ser impuntual.- ¿Llego tarde?- quiso saber, avergonzado.

-Oh, no, para nada.- sonrió Jack- Acaban de dar las diez hace sólo un par de minutos, tranquilo.- añadió, haciendo ademán de volver a apartarse el pelo de la cara, sintiéndose tonta al ver que el gesto no le servía para nada porque acababa de hacerlo.

Gumball se preguntó un instante qué debería hacer, ya que había visto a Marshall morrearse con varias chicas a modo de saludo, pero no creía que fuera el modo adecuado de saludarla tan repentinamente, sobretodo porque ni siquiera sabía qué tipo de relación había entre ellos, exactamente, y no es que estuviera bien ir besándola una vez sí y otra también sólo porque le apetecía. Las cosas funcionaban de otro modo, por lo que tenía entendido, y sobretodo porque no tenía ni idea de qué técnica misteriosa había que dominar para poder sobrevivir a los besos de tornillo que había visto por parte del rey vampiro.
"Vale, por pasos: ¿qué diablos hago ahora? Tampoco quiero que parezca que estoy desesperado por empezar la cita, puede que se lo tome como que quiero que acabe lo más rápido posible... Pero al mismo tiempo, si no digo algo rápido, ¡puede parecer que no quiero empezarla! Tampoco quiero que piense eso, claro que quiero, me muero de ganas..."

-¿Q-quieres que vayamos yendo?- preguntó ella, como si le leyera la mente, mirándolo con la timidez reflejada en los ojos azul cristal, cambiando el peso de una pierna a otra, intentando no parecer demasiado desesperada tampoco.- El sitio no queda muy lejos, pero tampoco es normal que estemos aquí plantados los dos... pero si te apetece, por mí no hay problema.- añadió, cordial.

-N-no...- sonrió, cohibido. En seguida rectificó porque le sonó a que no quería irse.- E-es decir, no a quedarnos aquí en pie y sí a... irnos.- fue ralentizando lo que decía, ruborizándose al ver que ella bajaba la mirada un momento, aguantando una pequeña risa. Glob, podría haberse especializado en hacer el ridículo y habría sido el mejor de los mejores.

-Tranquilo, te he entendido bien.- dijo Jackie, enternecida, haciendo ademán de empezar a caminar.- Es por aquí.- agregó, señalando con la cabeza cuando él se movió del sitio apenas un segundo más tarde. Gosh, dudaba que pudiera ser más mono.

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Gumball consiguió anudarse bien los cordones de los patines al primer intento y consideró eso como un auténtico logro, teniendo en cuenta lo nervioso que estaba. Le sorprendía no haber metido ya la pata.
Alzó la vista y volvió a mirar a su alrededor. El lago estaba bastante apartado, en una zona con unos pocos abetos nevados que milagrosamente habían crecido allí. Lo más seguro era que el enorme lago helado fuera producto de la filtración subterránea de una montaña cercana, teniendo en cuenta que no muy lejos habían algunos picos que no eran sólo hielo.
Detuvo el razonamiento lógico en su mente sobre la procedencia de la gran laguna que tenía prácticamente bajo sus pies cuando vio a la princesa de escarcha de pie sobre el hielo, deslizando las cuchillas de metal de sus patines como si aquello fuera tan sencillo como respirar, grácil. En aquel momento no parecía nerviosa o preocupada en absoluto, simplemente dio unas vueltas por el agua congelada con una sutil sonrisa embelesada en la superficie de hielo, concentrada. Se notaba que patinar era algo a lo que estaba acostumbrada, daba la impresión de que estaba totalmente en su entorno habitual.

"Bueno, vamos allá", se dijo él, inspirando hondo, armándose de valor, antes de impulsarse un poco para ponerse en pie, cuando se cercioró de que Jack no lo estaba mirando. Si iba a hacer el ridículo mejor que ella se perdiera lo máximo posible de su patética nulidad a casi cualquier actividad que requiriera esfuerzo físico.
Para su sorpresa, mantuvo el equilibrio tras un par de aspavientos, quedándose absolutamente quieto para no desestabilizarse de nuevo, respirando con fuerza.
"...Lo conseguí... ¡Lo conseguí!", se sintió muy tentado de saltar, pero acabaría rompiéndose alguna extremidad y prefirió tratar de dar un paso, en vez de arriesgarse a ganar otro moratón, o peor, un brazo roto.

-¿Todo bien?- preguntó Jackie, a su lado, mostrándole una pequeña sonrisa.

El hombre de caramelo se sobresaltó por su repentina aparición al estar absorto en sus propios pensamientos y acabó por perder el poco equilibrio que tenía de por sí, cayendo estrepitosamente sobre el hielo.

-¡Gumball!- exclamó la chica de cabello níveo, sobresaltada, al verlo caer y no darle tiempo a reaccionar al momento, agachándose y ayudándolo a ponerse en pie con cuidado.

"¿¡Pero cómo no la he oído llegar!?",
se habría reprochado PG, demasiado avergonzado como para abrir la boca siquiera, colorado hasta las orejas.

-¿Te encuentras bien? ¿Te has hecho daño?- le preguntó, preocupada.- Siento haberte asustado, no era mi intención, debería haber sido más sutil...- se echó la culpa, siendo su apoyo hasta que él se levantó del todo. Lo soltó cuando creyó que ya todo estaba bien, pensando de veras que sabía mantenerse erguido sobre los patines.

-N-no ha sido culpa tuya, tranquila.- Gumball le quitó hierro al asunto, mirándose los pies, sin atreverse a mirarla a los ojos.

Se habría notado a un kilómetro de distancia que le temblaban las piernas como flanes sobre aquellas malditas cuchillas, pero deseó mil veces que ella no se diera cuenta, tratando de pensar un modo de disimular mínimamente que no sabía ni cómo dar un paso adelante en patines.
Antes que admitir que era un negado y de asumir que haría el ridículo inevitablemente, quiso intentar una última vez lo de avanzar aunque fuera un pasito diminuto, pero le resbaló el pie derecho en cuanto fue a moverlo para adelantarlo y volvió a estamparse contra el hielo irremediablemente, cayendo de culo otra vez, aquella sin que le diera tiempo a Jack a sujetarlo tampoco, dejando escapar sin querer un quejido de dolor al golpearse en la misma zona que la noche anterior había recibido más golpes. Tenía las piernas en general molidas hasta un punto nuevo.
Enrojeció de vergüenza cuando ella se acuclilló a su lado, evidentemente preocupada. Ahora le tocaba dar la explicación más embarazosa que las caídas.

-Gumball, ¿te ocurre algo? ¿Estás bien?- preguntó, empezando a pensar que a lo mejor el problema era que el príncipe de dulces no se encontraba del todo bien.

-Estoy bien...- suspiró antes de levantar la vista a sus ojos, ganando un tono que se acercaba más al rojo que al rosa.- ...Pero se me olvidó decirte que no se me da bien esto... He patinado una única vez en mi vida y casi acabé en el fondo del lago, no es algo que haya repetido desde entonces.- admitió, pasándose una mano por la nuca. No creyó que lo considerara normal, teniendo en cuenta que en ese momento la chica de escarcha estaba en cuclillas sobre unos patines de hielo y era perfectamente capaz de mantenerse y no caer.- Lo siento, Jackie. H-he arruinado el día... Q-quería que hiciéramos algo que te gustara para no aburrirte... Pero he metido la pata y estoy haciendo un ridículo gigantesco...- bajó la mirada, avergonzado, inspirando hondo.

Jacqueline se mordió levemente el labio inferior, aguantando una sonrisa enternecida.
Glob, ¿realmente había hecho todo eso por ella? Estaba aguantando algo que realmente no quería hacer por la cita, para no aburrirla... nunca habían hecho algo así por ella.

-Es increíble que estés haciendo esto por mí, Gumball, de veras.- comenzó, sonriéndole.- Es todo un detalle que pensaras en lo que yo prefería hacer, pero que sepas que no me aburres, tal vez debería haberte preguntado si sabías patinar antes de aceptar tan rápido, lo siento.- se disculpó, sabiendo que quizás había aceptado aquella cita muy precipitadamente y sin preguntarle a él lo que quería hacer.- Nunca me aburres, te esfuerzas siempre por que no lo haga y no es necesario, me gusta estar contigo, te aseguro que no es nada aburrido. Algo intimidante si hay mucha gente alrededor, lo admito, pero no es aburrido.- intentó destensar un poco la situación, levantándose y ayudándolo a hacer lo mismo. Lo irguió con mucho cuidado y le asió los antebrazos para que no cayera, funcionando como punto de soporte para él al ver lo mucho que temblaba sobre los patines de hielo.- No estás haciendo el ridículo, tampoco, ni has arruinado el día. Pero, de todos modos, entenderé si prefieres que hagamos otra cosa, no tengo ningún problema si no quieres patinar. No tienes que hacerlo por mí.

-No, ¡p-pero quiero hacerlo!- rebatió, a pesar de que cada vez se estaba convenciendo más a sí mismo de que acabaría con un brazo roto si continuaba de pie allí tambaleándose como un pato mareado.- No querría haberte hecho venir para nada.- intentó soltarse poco a poco y ella comprendió, todavía algo insegura por la idea repentina de soltarse, retirando su agarre también.- Probaré un poco más y aunque...- le temblaban tanto los pies que aquella vez no hizo falta que intentara dar ningún paso, ni siquiera llegó a moverse del sitio y resbaló.

Cayó hacia adelante pero esa vez Jack llegó a atraparlo al vuelo, sujetándolo por las axilas y manteniendo sobre el hielo un equilibrio que no tenía a suelo llano, mientras el príncipe de chicle se asió conforme pudo, abrazándose a ella cuando se vio caer por enésima vez.
La princesa de escarcha bajó la mirada a PG una vez se hubo asegurado de que estaba bien falcada en el agua helada y no se resbalarían.

-¿Necesitas ayuda?- preguntó, con un atisbo de sonrisa en sus comisuras por la extraña pose en la que habían quedado los dos, aguantando la risa para que él no creyera que se reía a su costa.

-...Probablemente sí.- admitió Gumball, esperando un choque contra la superficie helada que afortunadamente no llegó esa vez. No podía verse desde fuera, pero estaba seguro de haber quedado hecho un cuatro.- Está bien, lo admito, soy un negado para esto. Ni siquiera pasando la noche practicando con Marshall consigo mantenerme en pie yo solo.- farfulló, resignado al fin.

Jacqueline pensó que, si fuera físicamente posible, se habría derretido al procesar lo que eso quería decir.
Se había quedado toda la noche intentando aprender a patinar... ¿por ella?
Notó cómo le subía calor a las mejillas, pero deseó que por favor no se notara mucho si se había ruborizado por eso.

-Si quieres puedo enseñarte yo.- se ofreció, ocultando una pequeña tos para que no le fallara la voz con una sutil risita dulce que le salió justo en el tono adecuado para su suerte.- No es por tirarme flores, pero creo que puedo ser mejor profesora de patinaje sobre hielo que Marshall.- bromeó, sonriéndole.

El hombre de caramelo no tuvo ni que pensárselo dos veces, se apresuró a aceptar la oferta tanto por su salud como por el consejo que recordó que le había dado el rey vampiro. A ver si esa vez tenía razón en alguno de sus absurdos consejos amorosos.
Consiguieron aclararse entre los dos para poder volver a una posición más cómoda, logrando que Gumball se estabilizara un poco sobre sus pies teniendo de apoyo en todo momento a la princesa de escarcha.
Pronto comprobó que Jack era mejor profesora de lo que había pensado en un inicio, manteniéndolo sujeto en todo momento con una seguridad con la que no la veía siempre. Se notaba que estaba en su dominio y en su elemento y eso fue lo que le dijo que se le notaba claramente la diferencia entre cuando estaba tan cómoda y cuando la incomodidad la abrumaba, por ejemplo, en Nochevieja.

La chica de ojos azul cristal le fue diciendo pequeñas cosas básicas que hacer, como deslizar los pies lo suficientemente rápido para avanzar y lo suficientemente lento como para asegurarse el paso, que se apoyara en ella para hacer fuerza porque así no caería solo si caía y que se mirara los pies lo mínimo posible, que ella lo haría por él.
Se sintió rara, dándole indicaciones en un tono de voz comprensivo y aguantando alguna risa a los pequeños comentarios que soltaban de vez en cuando, sorprendentemente cómoda con una situación que había empezado del revés.

-Ya hemos dado una vuelta y media al lago, vas genial.- le sonrió, en cierto momento, levantando la vista a sus ojos.- Ya sabía yo que no había nada que se te diera mal.- añadió, alentándolo. Se recordó a su tía cuando le había puesto aquellos patines pequeños que aún conservaba colgados en la pared, quien le había puesto unos soportes extra de hielo para que al principio no cayera. Tal vez debería haber hecho eso, pero no quería tratar a Gumball como un crío y dárselas de sabida, no sería justo y se sentiría fatal con él. Estaba bien así, el hombre de chicle iba haciendo sus progresos con rapidez.

-Es más fácil de lo que parecía antes.- se excusó PG, ganando una suave tonalidad rojiza en las mejillas por el cumplido.- Seguro que encuentras algo que se me da de pena, no descartes esto tan rápido.

-Tendré que descartarlo pronto, aprendes deprisa. Ni que tuvieras una especie de don por hacer las cosas bien.- bromeó, dando otro paso hacia atrás y viendo que él se mantenía ya casi sin problemas sobre los patines.

-No creo, no estaría lleno de golpes si fuera así.- rebatió, bromeando también, mirándola a los ojos brevemente antes de retornar la mirada a sus pies al dar otro paso adelante.- Caer sí que se me da de maravilla, por el contrario. Lo constaté anoche bastantes veces.

-Glob, si te encuentras mal podemos dejar de...- ofreció, preocupada, al oír aquello, cortándose a sí misma al hablar.- ...me sabe mal que hayas tenido que pasar eso por mí...

-No, estoy bien, tranquila.- rechazó su propuesta cortésmente, realmente pensando que era adorable por su parte decirle de elegir si quedarse o no.- Lo hice porque quería -"impresionarte y no hacer el ridículo"-, no te sientas mal, por favor, Jackie. Me estás ayudando con esto en unas horas más de lo que me ha ayudado Marshall en toda una noche, realmente te tendría preguntar yo si estás bien con esto.- añadió, sonriéndole.

-Es la primera vez que le enseño a alguien, pero es divertido.- respondió Jack, más tranquila, encogiéndose de hombros.- Además, Marshall no llega a comprender lo que es no mantener el equilibrio, se pasa el día flotando y no lo culpo. Se ahorra la posibilidad de caer.- agregó, rodando los ojos. 

-Lo cierto es que lo envidiaría si no fuera porque se te da de maravilla enseñarme a patinar, haces que parezca la cosa más sencilla del mundo.- comentó Gumball, haciéndola sonrojar levemente.

-No es para tanto, me paso el día caminando descalza sobre hielo, casi me mantengo mejor en pie en una superfície helada que a ras de suelo normal, tampoco es gran cosa, sólo me he acostumbrado.- le restó importancia, cohibida por el comentario.- Mejor que mantenerme en equilibrio sobre los tacones, además. Deberías haberme visto cuando me probé por primera vez unos con doce años. En comparación, tienes un equilibrio deslumbrante patinando, créeme.- jugó, evocando aquellos tacones blancos de su tía que había curioseado a los doce.- Todavía me tropiezo con mis propios pies con tacones.

-En Nochevieja parecías caminar con bastante seguridad.- hizo notar él, con una pequeña sonrisa, manteniendo la vista en sus ojos.

-Discrepo.- rebatió, divertida.- Estaba temblando como una hoja, tenía pánico por si me caía y tenías que ayudarme a levantar del suelo porque me tambaleaba. Puede que no te fijaras demasiado bien.- comentó, risueña, sin ocultar que ahora se le hacía divertido recordarlo.

-Me fijé bastante.- murmuró, por desgracia no lo suficientemente bajo para que ella no lo oyera y se pusiera colorada.- Quiero decir que... n-no lo parecía desde fuera. Se te veía algo nerviosa, pero no creo que lo notara demasiada gente...

-V-voy a soltarte ahora si quieres, puedes intentar dar un par de pasos tú solo.- forzó ligeramente una pequeña sonrisa por el calor que se extendía por su cuello con el comentario que acababa de recibir, cambiando de tema para evitar morderse el labio por los nervios.- No voy a alejarme, igualmente. Si veo que te caes seguramente nos caigamos juntos porque iré a cogerte, ¿vale?- aquello ya le salió más natural.

-Claro.- Le devolvió la sonrisa, no muy seguro de aquello pero diciéndose que nunca averiguaría su progreso si no hacía una pequeña prueba. Intentó aparentar tranquilidad cuando Jackie lo fue soltando poco a poco, avanzando un par de pasos hacia delante con el espacio que ella le había dejado al deslizarse algo hacia atrás elegantemente, tratando de confiar en sí mismo todo lo que podía. Después de todo, él era Bubba Gumball y algo tan aparentemente simple como el patinaje sobre hielo no se le resistiría toda la vida... ¿verdad?

-Muy bien... despacio.- comentó la princesa de escarcha, mirándole los pies, viendo que avanzaba solo con reticencia.- No des pasos muy largos, Gumball, vas de maravilla.- añadió, sonriendo al ver que mantenía los brazos en alto para mantener el equilibrio, patinando otro par de pasos hacia atrás para dejarle espacio.

El príncipe de goma rosa logró dar un par de pasos más, asombrado consigo mismo, antes de meter la pata de nuevo monumentalmente: bajó los brazos por la emoción y aquello lo hizo perder ligeramente el equilibrio en el preciso momento en que avanzaba para deslizarse un paso más, perdiendo el pie izquierdo y cayendo de espaldas. La joven de pelo níveo se dio cuenta y trató de cogerlo, pero aquella vez no pudo apoyarse para sostenerlo y cayó sobre él.

Jack apoyó ambas manos sobre el hielo para tratar de mantenerse incorporada y no precipitarse totalmente sobre PG, pero se le resbalaron las manos hacia los lados en la superficie gélida y acabó con el rostro en la bufanda del hombre de caramelo. Habría sido la típica pose de libro para adolescentes en la que después de una caída alguien queda encima de otro alguien a nada de darse un beso si no hubiera sido por aquel segundo resbalón fortuito. No sabría decir si habría preferido el cliché o aquel no-cliché, pero le pareció más divertido lo segundo a pesar de las circunstancias.

Gumball se dio aquella vez en la cabeza, cerrando los ojos por el golpe, dolorido. No le importó que ella cayera encima, no le hizo tanto daño como el choque contra el hielo y el extraño enredo en el que habían acabado las piernas de ambos. Se perdió un momento en su mente, harto de tantos golpes, reponiéndose casi al instante y a nada de maldecir aquellos patines, abriendo los ojos y suspirando. Aquello estaba destinado a ser un desastre, definitivamente. Habría dicho que sus pretendientes le habrían echado alguna especie de mal de ojo si no fuera porque no creía en esas cosas.

La chica de escarcha se incorporó un poco, aquella vez apoyándose sin problemas en el hielo, logrando desenredar el extraño nudo en el que habían quedado sus piernas poco a poco y quedar de rodillas. Le tendió la mano al hombre de ojos violetas para ayudarlo, con una sonrisa.

-...Pues sí nos hemos caído los dos.- bromeó un poco, positiva.- Pero, oye, casi te sale solo.- no se olvidó de añadir, cuando Gumball se incorporó un poco y vio que le tendía la mano para ayudarlo, aceptándola con un atisbo de sonrisa que a Jackie casi le pareció que lo había imaginado.

-Malditas... cosas.- no se le ocurrió nada en ese momento por lo que llamar a los patines, sentándose sobre el hielo y mirándolos como si quisiera y pudiera hacerlos pedazos con la mirada. Él nunca se quedaba sin palabras, pero aquello ya era demasiado.

-Vale, lo siento muchísimo, puede que sea mejor que dejemos lo de patinar un rato y... no sé, paremos un poco para comer algo, ¿no?- preguntó, sintiéndose algo culpable. Al fin y al cabo, había sido idea suya lo de soltarlo y aquella vez seguramente su cita se había hecho más daño que antes. Eso la preocupó bastante.- ¿Te encuentras bien, Gumball?- quiso saber, acercándose un poco más a él, intentando comprobarlo.- Ha sido un buen golpe... ¿te has hecho daño en algún sitio en concreto?

Aquello a PG lo sacó de su lapsus de frustración, dándose cuenta de nuevo que no estaba solo y de la mueca preocupada que presentaba ella. Se había caído por enésima vez, y en aquella, habían sido los dos quienes habían perdido el equilibrio, debería preguntarle también si se encontraba en condiciones y ser considerado con lo interesada que estaba Jack en ver que estaba bien porque también le preocupaba que ella se hubiera hecho daño. Lo cierto era que la joven de ojos claros tenía un gesto muy tierno al mostrar esa preocupación, se estaba mordiendo el labio justo como cuando se ponía nerviosa y eso le recordó también que se había estado muriendo de ganas de besarla desde que la había visto en la frontera.

-Estoy entero, Jackie.- respondió, al fin, sonriéndole sinceramente.- Sí me he hecho algo de daño en...- fue a decir la zona, pero al señalarla ella comprendió y frunció un poco el ceño, concentrada, estirando una mano para llegar donde le indicaba, en la parte de atrás de la cabeza.

-¿Aquí?- preguntó, rozando con los dedos el lugar cuidando de no apretar. Le sacó un amago de quejido sin querer.- Vale, captado.

-Sí, justo.- añadió él, sonriendo un poco más por la expresión medianamente culpable que ella puso. No podía parar de pensar en la palabra "adorable" una y otra vez, por primera vez en su vida algo corto de vocabulario por culpa de los nervios.

-Notarás ahora un poco de frío, ¿sí? Voy a curarlo. Sólo es un momento.- dijo, más tranquila.

El príncipe de Chuchelandia no abrió la boca para protestar, aguantando un comentario que había surgido en su cabeza sobre el tema ciencia-magia para no derivar a ese tópico precisamente con una usuaria de magia. Prefería dejar eso para otra ocasión. El gesto que estaba teniendo con él era demasiado gentil como para arruinarlo.

Jacqueline no tuvo más que transmitir un poco de magia a su mano, y en no llegó a medio minuto creyó que ya había aplicado la suficiente energía mágica como para que no le quedara una hinchazón por la caída.

-Creo que ya está.- le dedicó una pequeña sonrisa, retirando la mano de la parte de atrás de su cabeza. Sin embargo no se movió del sitio, pues Gumball estiró el brazo y asió muy suavemente uno de sus mechones de pelo "rebeldes", enredando los dedos en él al posar la mano en su mejilla pálida, inclinándose un poco más hacia ella para poder besarla algo mejor.

Bubba siguió el pequeño impulso al ver que no forzaba la situación, siempre procurando ir despacio por si ella quería detener aquello. Para su alivio, no dio muestras de negarle el contacto y siguió adelante hasta presionar su boca con dulzura, quitándose de encima las dudas por los siguientes momentos.

La princesa de escarcha no se resistió al gesto, cerró los ojos justo en el momento en que los labios del hombre de goma rosa rozaban los suyos al empezar el beso, dejándose llevar.
Volvió a ser dueña de aquellas mariposas en el estómago que tanto agitaban sus nervios, devolviendo el contacto con sus labios de la mejor manera que sabía, queriendo atesorar por siempre la calidez que le daba su boca encajarse una y otra vez entre la suya. Se le erizó el vello de la nuca al saborear de nuevo su gusto inconfundible a fresa, aguantando las ganas de sonreír para poder continuar besándolo a pesar de la torpeza que la caracterizaba. En aquel momento no habría podido acordarse de nada aunque hubiera querido.
De lo que sí se acordó, sorprendentemente, fue de ladear ligeramente la cabeza, apenas un poco, para que sus narices no chocaran y volvieran la situación agradable en incómoda. Aquello lo había oído decir mil veces en todas partes como recomendación para un beso.
Jack se sentía rara en su propia piel, pero era una rareza agradable, ya que cada vez que sus pieles se tocaban le producían unas cosquillas dulces. Sin embargo no se atrevió a tocarlo ella directamente, no quería darle frío al hacerlo y era inevitable porque ella misma estaba siempre fría, habría dado mucho por saber si le producía al príncipe de ojos violetas la misma calidez que él la hacía sentir. Pero, para su sorpresa, no tuvo otro remedio, pues él la acercó un poco por la cintura con la mano que tenía libre y se vio obligada a rodearle el cuello con los brazos para no caer, también aprovechando inevitablemente para aproximarse y añadir algo de seguridad que no tenía en el siguiente beso.

Al contrario de como pensaba ella, a Gumball no le molestó en absoluto el leve frío que notó, demasiado perdido en su boca como para verse molestado por algo tan cotidiano en ella como era el frío, asombrado por la manera algo más segura que había tenido Jackie de responder a la situación cuando había llevado una mano a su esbelta y fina cintura disimulada bajo el largo jersey turquesa.
Le costó llegar a la conclusión de que probablemente debieran parar, abrumado de pronto por no saber tampoco si sería "correcto" continuar besándose sin haberle pedido salir formalmente, siquiera. Aunque estaba claro que no había nada de malo en ello, la sensación era extasiante hasta un punto antes desconocido y de haber sido por él habría permanecido así un tiempo, pero ya estaba retrasando mucho la pregunta embarazosa y no quería que pareciera que no le gustaría salir con ella como pareja, por lo que le acarició una última vez la mejilla antes de retirarse unos centímetros, devolviéndole el espacio de su boca, ruborizado.

Jack dejó escapar todo el aire de golpe, a pesar de que no sabía ni que lo estaba conteniendo, una vez el hombre de chicle de fresa retiró la dulce presión de sus labios contra los suyos, nerviosa. Se sonrojó aún más, si cabía, al mirarlo a los ojos, contando con que todavía le estaba rodeando el cuello con los brazos y lo tenía muy cerca, alzando las comisuras en una sonrisa tímida y mordiéndose el labio inferior por puro impulso. Maldita costumbre por nerviosismo.

-Espero que no te hayas hecho daño tú tampoco.- murmuró PG, en un hilo de voz, con el color rojo presente en sus mejillas más vívido que nunca, preocupado por ella.

-No, tranquilo, estoy bien.- afirmó Jacqueline, enternecida, tan ruborizada como él. La diferencia era que en su piel pálida el rubor era todavía más notorio.

-Me alegro.- dijo, en un susurro, sonriéndole. Desocupó su cintura y su mejilla izquierda cuando ella retiró lentamente sus brazos de su nuca, incapaz de seguir mirándola a los ojos en ese momento por los nervios de pensar exactamente cómo le preguntaría si quería ser su... ¿"Novia"? ¿"Pareja"? ¿Qué lo definía mejor? Aunque tampoco pudo mantener sus ojos apartados de los suyos, pues por mucho que el rosa fuera su color favorito, había empezado a gustarle demasiado el tono exacto de azul de los ojos de la princesa de escarcha y sabía que no iba a cansarse de mirarlos en mucho.

Jack se empezó a desatar los patines, sentándose mejor en el suelo e vez de mantenerse de rodillas, para poder darle a él su espacio y recuperar ella el suyo, azorada, pasándose tras la oreja el mechón de pelo en que el príncipe de Chuchelandia había enredado sus dedos momentos antes ya que le molestaba un poco a la hora de mirar los cordones.

-Con tu permiso, creo que haré lo mismo.- sonrió Gumball, maldiciendo interiormente aquellos "artefactos del demonio con cuchilla" pero no dejando que se notara de nuevo.

La chica de pelo níveo sonrió ampliamente al ver los calcetines rosas con estampado de rombos de una tonalidad más oscura que llevaba su cita.

-Qué cucos.- comentó, risueña.- Los míos son solo verdes.- agregó, mirando significativamente su calcetín verde claro, sosteniendo el patín derecho en el regazo.

Gumball se ruborizó por el comentario, mirando también sus pies.

-...Gracias;- murmuró, a mitad de quitarse el segundo patín. Sin embargo se paró ahí y, pensándolo mejor, volvió a hacer el nudo del calzado, poniéndose el que se había quitado, obstinado.-me niego a dejar las cosas como están.- zanjó, arrodillándose en el hielo para intentar ponerse en pie, bajo la atenta mirada de la princesa de escarcha.

Consiguió levantarse, para su sorpresa, y se empeñó en intentar dar al menos tres pasos hacia delante sin caerse, haciendo algunos aspavientos con los brazos para mantener el equilibrio. No podía dejarlo sin ningún pequeño logro aunque fuera. Se negaba en rotundo.

Jack continuó mirándolo hasta que él le dirigió una pequeña sonrisa desde su posición, por fin de pie sin ayuda, haciéndola ruborizar y volverse otra vez para atender el caso de su segundo patín, cohibida. Gosh, sólo era una sonrisita, seguramente ni siquiera le sonreía a ella y lo hacía porque por fin le estaba saliendo bien lo de ponerse solo en pie, pero había bastado para que le volviera a subir calor a las mejillas de una forma repentina y humillantemente fácil.

-B-bueno...- comenzó, deseando que no le temblara la voz, desatando los cordones del calzado muy lentamente para poder mantener la mirada en algo. Ya que él no decía nada y ella se estaba muriendo por saber si de verdad le gustaba lo suficiente como para salir juntos como pareja, podía empezar a hablar del tema.-Acabo de acordarme que... h-habíamos quedado para aclarar una cosa y...-Se pasó un mechón de pelo por detrás de la oreja varias veces, nerviosa, mordiéndose el labio y haciendo y deshaciendo una y otra vez el nudo de los cordones, con el corazón latiéndole a toda velocidad.

Pero Gumball no escuchaba más que a su cabeza darle ánimos para que se decidiera a avanzar aquellos tres pasos de una vez ahora que tenía el equilibrio.
"Si lo consigo, le pediré que salga conmigo como mi novia de una vez por todas. No más excusas, Bubba.", se dijo, decidido.
Avanzó el primer paso, vacilante, comprobando que si ponía los pies como ella le había dicho antes no se le resbalaban los patines del modo en que le había estado pasando todo el tiempo. Como no cayó, continuó con el siguiente, eufórico, ya que tenía el impulso, y hubiera cerrado los ojos para el tercero si no fuera porque en el último momento pensó que se mataría si los cerraba.
Apenas se lo podía creer. Alzó los brazos en señal de victoria sin darse cuenta de que seguía en movimiento, conteniéndose para saltar porque aquello sí le causaría la rotura de alguna extremidad, extasiado.
"¡Sí! ¡No me lo puedo creer, sí!", habría gritado con mucho gusto, sintiéndose como un crío que por fin salta más allá de un palmo de distancia. Fue a girarse para hablar con Jacqueline e incluso podría haberle dicho en ese momento si quería salir con él, así, sin más, pero ni siquiera llegó a abrir la boca cuando todo su mundo se vio arrastrado fuera de allí. Literalmente.

-...N-no sé tú... pero aunque l-lo de besarnos está muy bien... m-me mata no saber todavía qué somos y...- continuó la chica de ojos claros, tratando de envalentonarse. Se detuvo ahí, mordiéndose el labio inferior por los nervios. "Vamos, Frost, sólo dile si lo que quiere contigo es una relación seria o qué.", pensó, pero de súbito notó una repentina brisa azotar el lugar y se sujetó unas greñas de pelo blanco para que no se salieran del sitio, sorprendida. Al ver que no recibía ninguna respuesta del príncipe de chicle, se volvió para mirarlo, pero no lo encontró tras ella.- ¿Gumball?- preguntó, a sabiendas de que nadie le contestaría.

Miró en todas direcciones, totalmente en blanco por la situación, hasta que por alguna de aquellas se le ocurrió mirar arriba y encontró allí lo que ocurría. En el cielo. Volando.
Un águila. Una maldita águila gigante se estaba llevando al príncipe de Chuchelandia por los aires. Una puñetera águila estaba secuestrando a su cita. Aquello debía ser una broma.

-¡Venga ya!- exclamó, quitándose el patín sin miramientos y poniéndose en pie sobre el hielo, todavía mirando al cielo.- Por favor... que sea una broma...- suplicó, en voz alta, a quienfuera que le pudiera estar escuchando y a quien no, también. Como el animal continuaba alejándose con Gumball entre las garras, no le quedó más remedio que aceptar que jamás podría tener un momento de tranquilidad con él. Pero eso no significaba que aceptara que se lo llevaran así como así.

"En serio, ¡venga ya!", pensó, corriendo a la orilla del lago helado a calzarse las botas. Si se llevaban a su doncella en apuros, ella tendría que hacer de caballero, por muy poca gracia que le hiciera.

Gente preciooooooooooooosa~~ OuO''''''' [Porfisporfisporfis no me matéis (/-\)  ]

Sé que soy un desastre, pero entre que ya os comenté que tenía los exámenes y trabajos hasta a garganta y tal, vino mi graduación y bueno... eso fue complicado porque además he tenido un bloqueo tremendo con este capítulo para el final (sorprendentemente esta vez el problema no ha sido el Fiolee ._.) pero bueno, aquí lo tenéis, 17 páginas de pura fluffynessidad (?) :iconimsotiredplz:

Sí, PG y Jackie son demasiado adorables :iconallmyloveplz: ; Marshall y Fionna son demasié, todos lo sabemos :iconloveloveplz: , pero lo mejor de escribir ha sido lo del águila :iconminglalalaplz:
No voy a soltaros el rollo precisamente sobre eso, ya veréis en el siguiente cap, ya ¬w¬

Y eso, ahora sí me pasaré más por DA y tal, siento haberme retrasado tanto y muchísimas gracias por vuestra paciencia conmigo, sois un amor :iconloveloveplz: :iconarigatouplz:


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HDA © Pendelton Ward

Flame Prince, Fionna, Marshall Lee, Príncipe Gumball, Ice Queen... © Natasha Allegri
Jacqueline Frost (Princess Frost) © Yo
Comments13
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FionnaAisakaLee's avatar
Naaaa en este capaah, me choca un poquito eso de: 
"-No, yo tuve la culpa.
-No, no, es toda mi culpa.
-No si yo he sido."
Jajajajaja entre que me da gracia entre que me exaspera xD jajajajaja, y Gummy en este cap se vio irremediablemente gay xD so sorry baby. PERO ME HA ENCANTADO EL CAPÍTULO. Pobre Jackie Q.Q o sea, ya ni eso puede. Puta aguila... xD AHORA MISMO A POR EL OTRO :heart: