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HDA Fanfic FUEGO Y ESCARCHA Cap.24 (II)

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ShinyWings1's avatar
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Capítulo 24: Hambo (II)


El vampiro vaciló al alargar la mano hacia el pomo de la estancia.
Escuchó algunos sollozos por el espacio que dejaba la puerta entreabierta y su corazón inerte se encogió de golpe.
Le temblaban las manos y las cerró en puños para intentar que los temblores cesaran, pero no surtió efecto. Los sollozos al otro lado de la puerta continuaban, junto con el leve sonido de páginas pasando cada ciertos segundos. Sabía de sobra que era Simone, pero no sabía exactamente qué hacer cuando entrara.

Sostuvo con fuerza a Hambo en la mano izquierda y volvió a alargar la derecha hacia el pomo, todavía indeciso y temeroso de lo que pudiera pasar al otro lado cuando entrara. Si no lo recordaba, el viaje en balde que había hecho hasta allí sería la menor de sus preocupaciones. Lo inquietaba más hacerse la idea de que jamás podría recuperarla, aceptarlo de una vez.

"Vamos allá, amigo", pensó, inhalando y exhalando un aire que realmente no necesitaba para vivir, mirando un instante a Hambo antes de colocarlo bajo su brazo izquierdo y asir el pomo de la puerta con decisión. "Un último intento... por ella."

Accedió a la estancia y cerró tras él, haciéndole saber así a la reina del hielo que estaba allí.

Con el sonido de la puerta al cerrarse, Simone alzó la vista del libro que sostenía entre las manos, llorando a lágrima viva.

-Es muy triste.- comentó, entre lágrimas, sonriéndole al rey vampiro. Él no pudo responder, aún de espaldas a ella, notando un enorme dolor físico sólo con oírla llorar.- En esta historia hay un niño pequeño que no encuentra a su madre... lo encuentra una mujer, ¿sabes? No dice su nombre, pero la llama "Señora Petrikov".- explicó Simone, acostumbrada a contarle el argumento de un libro al eterno adolescente cuando él entraba en el castillo de hielo y la encontraba leyendo. Aquella absurda costumbre le venía desde que habían empezado a pasar algo de tiempo juntos.

-Simone.- murmuró Marshall, con los ojos anegados en lágrimas. Irremediablemente, tenía debilidad por esa mujer y sólo aquello le habría desgarrado el corazón si éste hubiera seguido latiendo con la misma normalidad con la que lo hacía cuando era niño. Estrechó contra su pecho un poco más a Hambo, ocultándolo a su vista al estar de espaldas a ella.

-¿Sí?- preguntó Ice Queen, inocente, enjugándose las lágrimas con un pañuelo. Tal vez ni se diera cuenta de que estaba sentada en el centro de la enorme sala, sobre el suelo gélido, pero probablemente lo que ocurría era que le importaba bien poco.

-No, la mujer del libro. Se llamaba Simone.-puntualizó el vampiro, volviéndose a verla. Al parecer la mujer de pelo blanco se quedó sin habla al ver el peluche cuando se lo tendió, serio, con los ojos abiertos de par en par.- Y esto... esto es un Hambo.- añadió, flotando a ras de suelo ante ella. Apoyó las zapatillas en el hielo y se acuclilló ante ella, tendiéndole el oso de peluche.- Y está encantado de volver a verte.- sonrió, dejando escapar las primeras lágrimas de sus ojos, moviéndole al osito una de las patas en señal de saludo.

Simone boqueó un par de veces, atónita, mirando el osito con estupefacción.
Ladeó la cabeza y tomó cuidadosamente entre sus manos el peluche, acariciando con el pulgar la tela maltratada por los años.

-...¿Hambo?- murmuró, con las manos temblorosas.

Marshall cogió el libro de su regazo y lo cerró, dejándolo a un lado sobre el suelo.

-Espero que te acuerdes de él... y-y de mí...- musitó el vampiro, sintiéndose como el mismo niño perdido que Simone había encontrado tras la Guerra.

-Pero... Marshall, m-me acuerdo de ti.- ante estas palabras, el rey inmortal no supo qué decir. No tenía claro a qué se refería del todo, pero habría sido demasiado bonito que se hubiera referido a lo que él quería oír.

-Realmente lo dudo...-susurró, decaído. Sin embargo, quiso comprobarlo.- ¿Cuándo nos conocimos?- preguntó, mirándola intensamente.

-Se te cayó la sombrilla al verme... no sé por qué.- respondió la reina de hielo, haciendo memoria.- Pero... m-me sonreíste. Estabas sonriendo al verme.- puntualizó, cavilando aquel detalle. Al adolescente también le sorprendió, pues no recordaba exactamente la expresión de su rostro al haberla encontrado tras tantos años, pero el haber estado sonriendo realmente lo chocó.- Y bueno, te puse la sombrilla de nuevo sobre la cabeza porque estabas quemándote con mucha rapidez y... eso me preocupó.

-No me me importaba mucho en ese momento, supongo...-Bajó un instante la cabeza y pasaron unos segundos antes que la volviera a alzar, inspirando una bocanada de aire que no le hacía falta y que no le aligeró el absurdo dolor en el pecho.- ¿De verdad sonreía?

-Ajá.

-Entonces es que valía la pena.- dijo, en un hilo de voz. Se restregó los ojos con ambos puños para no llorar y se pasó las manos por el rostro, de repente sintiendo el peso de unos años que para él no habían pasado, con expresión de profunda fatiga.-Sonreía porque hacía tiempo que no te veía, ¿sabes?- añadió, hundiendo los dedos en su pelo, sintiendo la tentación desesperada de arrancárselo a mechones si le decía que no sabía de lo que hablaba o Simone empezaba a creer que él estaba loco.- ¿No... no hay nada más? ¿Tan sólo eso?- sabía que estaba a punto de quebrársele la voz.

-¿Debería haber algo más, Marshall?- quiso saber la mujer de pelo blanco, sorprendida.

Al vampiro le temblaban las manos, algo que no le ocurría demasiado a menudo, pero en aquella ocasión se sentía como un niño perdido de nuevo, la sensación que lo recorría de pies a cabeza cuando había estado buscando a su padre en la Tierra en mitad de aquel caos de guerra y desesperación, la misma que cuando Simone lo encontró, la sensación que ella logró calmar durante un tiempo.

-¿...Marshall?- lo llamó la reina, con una nota de preocupación latente en su voz. Siempre le había preocupado el bienestar del rey vampiro, prácticamente desde que lo conoció, despertaba en ella una especie de sentimiento maternal que la había llevado a querer la existencia de Jackie en su vida, era algo para lo que no tenía explicación, simplemente habitaba en ella y no la molestaba en absoluto dada la falta de una figura materna en la vida del eterno adolescente.

-Debería haber algo más, sí.- se apartó las manos del rostro y Simone pudo ver que lloraba, que estaba temblando como una hoja y que le faltaba muy poco para derrumbarse totalmente.- D-deberías poder acordarte de mí, de el apodo que Jackie usaba conmigo y que nunca pronunciaste tú de nuevo, de esas cancioncillas que me cantabas cuando me sentía tan solo y abandonado como un papel en mitad de un maldito huracán, de los juegos que inventabas para mí, de tus bromas durante los viajes, de Benny y... de ti misma,.- respondió, sin importarle en absoluto su orgullo. Aquello no jugaba un papel tan importante en su vida como aquella mujer que había sido para él como una madre.

-¿Qué...? Marshall Lee, no sé de qué...- cuando alargó un brazo para tocarlo, él retrocedió como pudo y cayó sentado en el suelo un paso más atrás, evitando su contacto con una brusquedad que nunca había mostrado con ella, quedando lejos de su alcance.

-¡Sé que no sabes de qué hablo! ¡Sé que piensas que estoy loco! ¿¡Vale!? Lo sé...- musitó, apoyando una mano en el suelo y arañando con los dedos el hielo, en un intento por asirse a algo tangible.- No me importa que pienses eso de mí, no me importa lo que puedas pensar, sólo necesito que recuerdes, Simone... sólo pido recuperarte... aunque sea durante unos segundos, que vuelvas a ser la Simone Petrikov que yo conocí de niño. Por favor... sólo una vez...- casi suplicó, mirándola a través de las lágrimas.

La reina del hielo se quedó en blanco durante unos segundos, oyendo sólo los sollozos de Marshall y los latidos de su propio corazón.
"Petrikov...", algo en ella le tenía cierta familiaridad al apellido y tan sólo le hizo falta mirar un segundo el libro que el vampiro le había quitado de las manos y había dejado a su lado para plantearse una pregunta demasiado inverosímil para ser verdad.
Asió el tomo con fuerza, pasando las páginas hasta una en concreto que ya había leído donde la mujer protagonista hablaba de su vida.

Marshall miró fugazmente la hoja y le bastó con leer una frase. Era el momento en que le había hablado de Benny.

-Arqueóloga, prometida con Benny Frost, pelo castaño y gafas redondas...- musitó, conteniendo un sollozo.- Lo perdió durante un ataque de locura de la corona... no lo volvió a ver... no lo volviste a ver.- puntualizó, haciendo hincapié en la indicación.- Pero realmente lo querías... supongo que por eso Jackie lleva su apellido.- esbozó una sonrisa amarga entre los surcos de agua que bajaban por sus mejillas y llegaban hasta su barbilla para caer a su ropa.- Podría pasar que te olvidaras de mí... pero no que te olvides a ti misma, Simone. Eso es algo que duele aún más. No deja ninguna posibilidad de que puedas recordarme aunque sea unos segundos.

-¿B-Benny?- balbuceó Ice Queen. Como si aquel nombre fuera un fuerte golpe en el corazón, se le encogió el pecho y las lágrimas amenazaron con salir con insultante rapidez. Asió el libro con fuerza, arrugando una de las páginas sin querer, respirando agitadamente. ¿Qué diablos le ocurría?

En el fondo de su mente había algo que acallaba todos sus pensamientos. Ella. De nuevo.
Sin embargo, esta vez su voz sonaba muy lejana y le fue fácil ignorarla y dejar volar su mente a lugares que antes habían estado custodiados por su influencia como un cofre lo era por un monstruo marino en el fondo del océano.
Le dolía la cabeza, la sensación de vértigo era horrible y la de vacío no ayudaba, como si alguien o algo estuviera impidiéndole abrir aquel recodo de sus recuerdos.
Indagó en la vez que sostuvo en brazos por primera vez al indefenso bebé pálido y la tomó de su diminuta mano, cuando le acarició el poco pelo blanco que crecía en su pequeña cabecita y la vio bostezar por primera vez, el sentimiento de verdadero hogar que había tenido.
Fue más atrás. Su primer recuerdo eran nieve y hielo, su despertar en una inhóspita y profunda cueva en el Reino de Hielo con la corona al lado, quedarse mirando los brillantes rubíes y acariciar el oro preguntándose quién era... y haber obtenido una respuesta en su cabeza casi al instante a pesar de que alrededor no había ninguna señal de vida más que un pingüino.
Pero... ahora... ahora había más historia tras aquello.
Le costó hacer memoria, retroceder más allá... habían sido muchos años, tuvo que hacer un esfuerzo que la dejó un instante sin aliento y no le permitió continuar buscando, tuvo que volver a la realidad, pero al mirar a Marshall vio un segundo al pequeño niño que veía en sueños... y ya no hubo barreras para recordar aún más atrás.

Aquella vez Simone sí se echó a llorar, mientras mantenía la vista fija en el rey de los vampiros y murmuraba algunas cosas que Marshall no llegó a comprender, pues la mujer de pelo blanco hablaba entre hipidos. Pero le estaba sonriendo. Le sonreía a pesar de que su llanto era como una nevada, constante.

Ice Queen... no, Simone Petrikov se llevó una mano a la boca y sonrió tras su mano. Sólo retiró los dedos para decir una palabra.

-Marshy...

El chico de pelo negro cerró los ojos un momento, apreciando el eco del diminutivo de su nombre en sus oídos tras tanto tiempo sin que saliera de su voz. Hacía lo mismo para atesorar algún acorde especial que le tocaba la fibra sensible, y aquello era un equivalente muy acertado.
De nuevo dejó escapar el llanto, ¿volvía a ser un niño perdido encontrado?

-¿M-me recuerdas?- murmuró, mirándola con ojos suplicantes al abrir los ojos de nuevo.

-Me duele mucho la cabeza... pero creo que sí, Marsh.- se atrevió a decir Simone, dejando de nuevo al lado el libro, acercándose a él.-Creo que sí...

Aquella vez Marshall Lee no rehuyó su contacto, tan sólo se dejó envolver por sus brazos cuando ella lo abrazó con el cariño maternal que él había conocido una vez siglos atrás.
Se asió a sus brazos, temiendo que se desvaneciera, que no fuera real, volver a perderla le dolería más que si le atravesaran el corazón y segaran su existencia medio viva. "Simone, Simone, Simone...", dijo su nombre incontables veces, asiéndose a ella de nuevo como un niño asustado.
Lloró en su cuello como un crío de nuevo, sintió su frío pero sorprendentemente cálido abrazo a su alrededor y se evadió totalmente del mundo.

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Cuando por fin salieron ambos de la sala de Finn y Jake, horas más tarde, Simone preguntó por Jack, cayendo en la cuenta de que ya era de noche y que no había sabido nada de su sobrina en todo el día, preocupada.

En aquellas situaciones, Jacqueline podía pasar casi días enteros sin probar bocado, encerrada en su cuarto mientras la reina se mantenía alejada de ella para no hacerle daño o tener la ocasión de herirla, ambas se aislaban en habitaciones opuestas del castillo y podían pasar jornadas completas sin haber señales de vida de la una hacia la otra, pero normalmente la princesa de escarcha se paseaba descalza hasta la puerta de Simone y se preocupaba de dejar comida ante esta, haciendo notar su presencia con algún ruido hecho a propósito pero sin articular una sola palabra.

-Sigue en su guarida de oso hibernando, pero es raro que no esté tocando el violín, ya son más de las doce.- musitó, mirando la luna en el cielo cuando pasaron por una ventana que daba al exterior, ambos recorriendo uno de los incontables pasillos del castillo. En sus muchos años de vida había aprendido a orientarse en la noche por el satélite lunar.

Encontraron a Jacqueline hecha un ovillo sobre la cama, con su horquilla de pelo entre las manos, sosteniéndola cerca de su pecho, profundamente dormida.
Tenía las mejillas ligeramente cubiertas por una finísima capa de escarcha, la clara muestra de que había estado llorando durante un buen rato, y el suelo estaba levemente nevado.
Marshall sabía que cuando la chica de pelo blanco se ponía muy nerviosa, tenía tendencia a hacer nevar un poco a su alrededor. Para descargar algo de tensión, si era voluntario.

El vampiro la levantó en brazos y la metió entre las sábanas de la cama, sintiendo un dejà vú a una situación parecida cuando Jack tenía ocho años.

-¿Qué vas a hacer, Simone?- preguntó, volviendo la vista hacia la Reina.- Cuando las cosas avancen... ¿volverás a ser Ice Queen?- sentía un nudo en el estómago que lo torturaba constantemente. Deseaba que le dijera que no, que había otro remedio sin tener que volver a llevar aquella joya, pero siendo realista no podía esperar aquella respuesta. Y eso le dolía más que la misma luz del Sol.

-No lo sé, Marshy... si hago eso, podría volver a olvidar... pero si no lo hago...- miró significativamente a su sobrina, estancada en el mismo dilema, sentándose a su vera sobre el colchón.- Jackie es fuerte, ¿pero crees que podría aceptar el puesto de Reina tras mi...?- no fue capaz de completar la frase. Si moría, Jacqueline era la única heredera posible al trono, sin ella podía abrirse camino una más que probable guerra por el territorio helado y Glob sabía que sólo Flame Queen osaría destrozar su paraje nevado aún cuando ella ni siquiera había acabado sus días de vida. Dudaba que algún Reino se interpusiera en el camino de la reina de fuego para impedir que transformara el Reino de Hielo en tierra estéril y cenizas tras fundir y evaporar hasta el último copo de nieve que había en sus dominios.- Es muy joven, Marsh. Ni siquiera ha cumplido los diecisiete pero sabes lo mucho que le aterra la responsabilidad. Y también sabes que eso es en parte por tu influencia.- le dirigió una mirada cansada con un diminuto atisbo de sonrisa.

-Ya, bueno, los reyes vampiro adolescentes de por vida no somos muy buenos "adultos responsables" ni canguros perfectos para niñas de menos de dieciséis.- se encogió de hombros, mirando a Jack con una sonrisa ladeada. No contaba las veces que la había metido en la cama porque se había quedado profundamente dormida, pero no le importaba tampoco, para él era como una hermanita pequeña, alguien a quien cuidar y con (y a veces, de) quien reírse. Formaba parte de su descompuesta familia, al igual que Simone y, aunque a veces le pesara, Hannah.- Sigue siendo una niña. Cabezota y activa, aunque a veces cueste de creer porque duerme más que yo, pero es una niña comparado con lo mucho que hemos vivido tú y yo, por ejemplo. Eres su única familia, tú le has dado la vida... y no podrá soportarlo, Simone, cualquier cosa menos eso y lo sabes. Y no hablo solo por ella.- añadió, mirándola con seriedad. El rey había visto ya morir a algunas personas a las que le había tenido aprecio, personas a las que no, había matado gente, pero siempre había tenido un miedo irracional a establecer nuevos lazos, porque eso significaba que una parte de él moriría cuando esas personas nuevas a las que hubiera visto crecer y envejecer llegaran al final de su vida.

Sin embargo... sin embargo había encontrado de nuevo a Simone, y aunque no lo había recordado hasta aquel momento, sabía que su vida sería todavía muy larga. Pero luego había venido Jackie. Y no había podido evitar encariñarse con ella, dejarla acercarse a él y eventualmente descubrir que se había involucrado demasiado con alguien que, seguramente, moriría en apenas una parte de siglo. Aquello para él era casi un parpadeo.
Y después... Fionna era un asunto totalmente aparte, nunca habría previsto... ¿enamorarse? No. Nunca después de lo de Ashley. Pero allí estaba y Glob sabía que había intentado hacerse a un lado, pero simplemente no podía. Y se había rendido a eso, a no hacer nada por evitarlo y dejar que las cosas siguieran su curso.

Sabía que si algo ocurría, si PG, Jackie, o incluso Fionna, murieran, seguiría teniendo a Simone, podría seguir hablando con ella y tal vez no volverse loco en un vano intento por superar una pérdida tan grande como le supondría la del hombre de chicle, de la princesa de escarcha o la heroína humana. Pero nunca había imaginado que existía la amplia posibilidad en aquel momento de quedarse solo en menos de unos años. En quedarse completa y absolutamente solo porque todos a quienes apreciaba mínimamente, a excepción de su madre, eran demasiado mortales y algún día yacerían bajo la tierra fría. Él acabaría poniendo flores sobre sus tumbas, seguramente. Sobre las de todas y cada una de ellos.
No era una perspectiva agradable.

Simone apretó los labios, conteniendo la respiración.
Tomó la decisión incluso antes de lo planeado, en aquel preciso instante en que vio a la chica de escarcha encogerse un poco más en sí misma y se dijo que ojalá tuviera un sueño tranquilo.

-Vamos al comedor, Marsh. No quiero despertar a Jackie y esto es algo de lo que tenemos que hablar ahora.- le dijo, poniéndose en pie.

Le acarició una de las mejillas a su sobrina con sumo cuidado y se inclinó para dejar un maternal beso en su frente, mirándola con los ojos llenos de amor y orgullo.
Realmente la pequeña niña se había convertido en una joven mujer. Pero seguía siendo una niña dulce y no se merecía pasar por sus penurias. Quería darle una vida, no una tortura, su "finalidad" era llenar el vacío en su vida con sus risas musicales y sus travesuras infantiles, apaciguar sus temores de que nadie llegaría a quererla con el amor que le había dado deliberada e incondicionalmente desde su nacimiento. Jacqueline estaba creada para vivir. Y eso no iba a arrebatárselo de ningún modo.

El vampiro se acercó a la princesa de pelo blanco y le revolvió el cabello con cariño, con una sonrisa amarga formada por sus comisuras.
"La hemos traído de vuelta, Jackie. Ya tenemos un paso más. Ahora hay que conseguir que se quede.", le habría gustado decir, sin embargo la joven princesa no era noctámbula como él y era mejor que se llevara la sorpresa de encontrar que Simone lo recordaba todo cuando despertara por la mañana.
"Descansa ahora.", pensó, antes de salir de la habitación tras Simone, flotando, juntando la puerta de hielo al dejar la estancia.

Pero Jack se despertó con el suave clic de la puerta al encajar en el marco de hielo. Solía tener el sueño profundo, pero en aquel momento seguía teniendo los nervios tan a flor de piel que seguía esperando noticias y al oír la voz de su tía no había podido evitar pensar que tal vez no era un sueño y sí estaba junto a ella.
La caricia y el beso en la frente se lo habían confirmado y había aguardado hasta que había oído la puerta.
Apartó la sábana y se puso en pie. Le daba vueltas la cabeza y tuvo que apoyarse en la mesita de noche para no marearse por levantarse muy rápido. Glob, se había pasado todo el maldito día llorando en silencio en su cuarto, sin probar bocado, sin apetito siquiera, abrazándose a sí misma en un intento por darse algo de calor que no poseía y reconfortarse, pero no había servido absolutamente de nada.
Se incorporó de nuevo y ni siquiera se molestó en calzarse, tan acostumbrada a pasear descalza sobre el hielo y la nieve que aquello ya casi formaba parte de la rutina de ser ella misma. Se dirigió a la puerta con paso cansado, pues estaba agotada psicológicamente y eso no ayudaba a lo físico, abriendo con desgana pero con las manos temblorosas. "Tal vez Marshall sí ha podido hacerla recordar.", trató de decirse a sí misma, bajando las escaleras.

-Marshall... es eso o dejaros ver cómo me pierdo más cada día. Olvidarte de nuevo, olvidar todo lo que conocí... heriros otra vez. ¿Valdría la pena por mantenerme con vida? Tendríais que pasar tanto por mí... y eso no es justo. Jack no se lo merece y tú tampoco.-dijo Simone, firme.

La chica de ojos azul cristal frenó su avance con tal brusquedad que casi resbaló en el suelo, algo que no solía ocurrir. Apoyó una mano sobre la pared que tenía más cerca, sosteniéndose, nerviosa. La conversación que se oía desde el comedor no parecía llevar un buen rumbo.

-Pero es el único modo. He intentado encontrar algo que te curase, Simone, cualquier cosa me valía, algo que pudiera devolverte los recuerdos. Simplemente algo. Pero no hay nada que no implique quitarle los poderes a la corona y ese es un método al que no voy a recurrir.- le aseguró el rey vampiro, con la misma seriedad con la que hablaba la reina de hielo.

-Es lo más adecuado.

-Sabes que Jack y yo no pensamos igual.- ante la mirada imperturbable de la mujer de pelo blanco se desesperó incluso más. Ella tampoco pensaba dar su brazo a torcer.- No tenemos pensado dejar que te conviertas en poco más que polvo. Nunca. Esto ya lo hemos hablado ella y yo, llevamos años preguntándonos entre nosotros y buscando algún remedio, una alternativa que no suponga quitar tu vida del mapa.

-Prefiero deteriorarme con dignidad, Marshy. Prefiero morir acordándome de vosotros. Prefiero que quede algún recuerdo agradable en vuestras mentes que tener que soportar los caprichos de un trozo de oro que me utiliza a voluntad. Me niego, Marshall Lee. Moriría mil veces antes que dejar que eso pase. No os dañaré de nuevo.- sentenció Ice Queen, solemne. Con eso se estaba condenando a sí misma, pero era mejor que condenar a las dos únicas personas en el mundo que la querían a sufrir en silencio por su culpa.

A la princesa se le llenaron los ojos de lágrimas y no quiso seguir escuchando más. No pudo.
"¿¡Acaso no tengo yo voz en esto!? ¿¡Opinión, tal vez!?", pero sabía que en realidad no tenía voz porque de su garganta no salía ninguna palabra, ni tan sólo sollozos, no tenía tampoco la oportunidad de interrumpir y gritar hasta que se quedara sin aliento que no pensaba permitir aquello, incluso el aire parecía que se le escapara de los pulmones.
La cabeza le daba vueltas y estaba segura de que Marshall podría oír los latidos de su corazón porque ella misma los escuchaba martillearle el pecho. Jadeó, intentando conseguir un aire que sus pulmones querían rechazar, sintiéndose tremendamente inútil y diminuta.
No supo exactamente en qué momento decidió salir del castillo por los establos, dando un rodeo al comedor para no ser vista que le costó un mundo para poder llegar al establo y salir del enorme edificio de hielo por la puerta por la que siempre salía a cabalgar con Seren, escabulléndose de su hogar para poder conseguir una bocanada de oxígeno que no le supiera a ceniza en la boca.

Los pies se le hundieron en la densa nieve y se estremeció. El frío la habría reconfortado en otra ocasión, pero en aquella aún le producía la sensación de estar hueca.
Caminó como si avanzara por los pasillos de la fortaleza gélida, sin ningún tipo de dificultad que no fuera el cansancio que sentía, sabiendo adónde quería ir.
Llegaba tarde, seguramente, pero necesitaba hablar con alguien, aunque fuera para disculparse con él por acudir tardísimo a su encuentro, aunque tuviera que arrastrarse por el suelo para llegar hasta allí, tan sólo necesitaba la compañía de Flame, aunque fuera durante unos segundos.

No tardó mucho en acercarse a la frontera del Reino, y sintió un gran peso fuera de su espalda cuando vislumbró una luz anaranjada al lado de la nieve, sin llegar a atreverse a tocarla.
Sus últimos pasos hasta la delimitación de la nieve fueron más decididos, con los brazos apretados contra el cuerpo como si tuviera un frío que no sentía y una sonrisa enternecida que no había podido evitar.

-Flame... ¿Qué haces aquí?- preguntó, haciendo que el fuego elemental se volviera a mirarla, con una nota en la voz de infinito agradecimiento por que estuviera allí. Glob, su nombre parecía la cura para todo.

El príncipe de fuego dio un respingo al oír su voz, antes de volverse y alzar la mirada para verla, pillado por sorpresa.
Dejó la brizna de hierba fresca que había estado rodando entre los dedos a causa del aburrimiento para comprobar cómo se tornaba negra y se puso en pie, encarando a la joven de escarcha con una sonrisa tímida y las mejillas ganando cierto tono rojizo.

-Bueno, no venías... es tarde, pensaba que te había podido pasar algo y quería comprobarlo...- se detuvo un instante ahí, a sabiendas de que decirlo en voz alta lo haría sentir aún más estúpido de lo que se había sentido al notar el diminuto detalle que lo molestaba.- pero me he acordado al llegar aquí de que no puedo entrar en el Reino de Hielo, así que me he quedado aquí esperando.- admitió, pasándose una mano por la nuca, cohibido. La chica de ojos claros no pudo evitar proferir una risita dulce y él se ruborizó un poco más, esbozando una sonrisa culpable.- Ya... ha sido muy tonto.- murmuró.

Jacqueline se mordió el labio inferior, cediendo a todo.
Sabía que durante el camino allí había estado llorando, había estado haciendo lo mismo todo el maldito día y estaba agotada, le escocían los ojos y seguramente tendría un aspecto deplorable. Pero a pesar de todo Flame estaba allí. Y eso que ni siquiera sabía que ella lo necesitaba en ese momento.
No reprimió el impulso y se acercó a él hasta que pudo echarle los brazos al cuello y abrazarlo, enterrando la cara en su hombro, temblando ligeramente.

-No ha sido tonto. Ha sido justo lo que necesito.- dijo, en un hilo de voz.

Flame se quedó estático unos segundos, incapaz de reaccionar en absoluto. No tenía ni idea de qué estaba pasando, el por qué del repentino abrazo o por qué se lo devolvió sin hacer ninguna pregunta.
Le rodeó el esbelto cuerpo con los brazos como si fuera a romperse en cualquier momento, con sumo cuidado y consideración, pero devolviéndole el gesto con cariño al notar que se agitaba levemente en sus brazos. Supuso que serían temblores de frío pero eso era absurdo, Jack no tenía frío. Algo no iba nada bien, pero esperó unos momentos para abrir la boca y preguntar, simplemente conformándose con dar y recibir el abrazo.
Como todavía continuaban cada uno en un dominio diferente y eso hacía que Jackie tuviera que mantenerse en puntas, el fuego elemental la cogió un poco más fuerte para alzarla mínimamente y depositarla sobre el césped de la pradera, haciendo descansar su peso sobre la planta de sus pequeños pies para ponerle la situación algo más fácil.

"Glob, ha venido...", se dijo la joven, con los ojos anegados en lágrimas que se esforzó por contener para no hacer daño a su amigo.
Se sentía tremendamente cansada, agotada emocionalmente y asustada. ¿Qué diablos haría si su tía se decidía a obrar conforme a lo que había dicho pensando que no la oía? ¿Qué haría sin ella? ¿Qué debería hacer con el Reino? ¿Con la corona? ¿Consigo misma?
¿Qué?

-Jackie, ¿ocurre algo?- se atrevió a preguntar el chico de ojos ámbares, cuando Jack se retiró muy lentamente de su abrazo, buscando su mirada. La aludida no respondió, pero Flame notó la rojez de sus ojos aún con la poca luz que emanaba de sí mismo, y los surcos que las lágrimas habían dejado en su piel. Lo más sorprendente era que las gotas de agua que habían dejado escapar sus ojos se habían escarchado, cristalizándose en sus pestañas y en sus mejillas, dándole un aspecto extrañamente fascinante. Pero pasó su aspecto a un plano totalmente invisible cuando vio que le temblaba la boca porque no se decidía a hablar.- Has estado llorando... ¿te pasa algo?

-No es a mí... es a mi tía.- musitó, admitiendo que estaba derrotada antes incluso de intentar colocar una pieza sobre el tablero para fingir que todo iba bien y tal vez, sólo tal vez, no parecer lo patética que se parecía.

-¿Estáis las dos bien?- quiso saber Flame, cada vez más preocupado, poniéndole las manos sobre los hombros.

-...Define "bien".- susurró ella, suspirando.

Sí, por una parte parecía ser que Simone estaba recuperándose con más rapidez de lo que pensaba y al parecer Marshall la había hecho reaccionar. Le habría encantado haber podido abrazarla y decirle lo mucho que le gustaría que las cosas permanecieran así de bien pero... por otra parte, eso suponía que la corona tenía menos influencia y eso era muy peligroso.

El príncipe inspiró hondo.

-¿Me hablarías de ello?- inquirió, mirándola a los ojos. Ella no vaciló al responder.

-Sí. Creo que lo necesito.- asintió, rindiéndose.

-Entonces vamos, aquí en medio de la nada es raro hablar.- zanjó Flame, dándole la espalda para que ella montara sobre ésta. No se le había pasado el detalle del cansancio que mostraba y no consideró apropiado que caminara hasta su sitio de reunión habitual.

Sus ojos azules mostraron una expresión tierna que él no pudo ver y Jack obedeció la petición silenciosa de su amigo de no sobreesforzarse, encaramándose con cuidado a su espalda y acomodándose contra él.
Sintió sus manos rodearle las piernas para sostenerlas y no tuvo tanto miedo. Sus manos eran más fuertes de lo que parecían a primera vista y todo él le aportaba una sensación de seguridad inexplicable y, sobretodo, calor.
Era una calidez única en él, no sólo la temperatura, sino la calidez en el sentido de lo agradable y cercano que era Flame a ella, la alta estima en la que lo tenía. Y lo cierto era que se la había ganado a pulso.

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-¿Sabes ya qué vas a hacer?- fue la primera cosa que dijo el fuego elemental cuando la chica de escarcha acabó de relatar lo ocurrido.

Ambos se hallaban en su "sitio habitual", tranquilos, escuchando la respiración del otro constantemente y su voz cuando el otro hablaba. Jack estaba segura de que Flame estaría notando a la perfección que acababa de soltar todo el aire de golpe, conforme estaba con la cabeza apoyada en su regazo, mirando ningún punto concreto del cielo nocturno.

-No. No tengo la menor idea.- admitió, moviendo un poco la cabeza para mirarlo a los ojos.- Pero sí sé que no quiero que mi tía pase por algo así. La situación entera es una injusticia. Pero supongo que digo lo mismo que ella, "preferiría morir mil veces".- Citó, resignada. Él bajó también la mirada para encontrarla con la suya y curvó su boca en una media sonrisa.

-Hablas como si tuvieras ocho años más.- musitó, con la espalda apoyada en una roca, mirándola a los ojos azul cristal.

-Eso sería raro porque apenas quedan once días para que cumpla los diecisiete.- rebatió ella, con un atisbo de sonrisa.

-¿Tan poco?- se asombró el joven de fuego. No había notado que el tiempo hubiera pasado tan deprisa, parecía que se conocieran desde hacía años. Sí recordaba que ella había dicho que su cumpleaños era en enero, pero si ahora decía que faltaban once días... el veintiuno de enero. ¿Qué podía regalarle?

-Ajá.- asintió Jackie, algo intimidada por la idea de cumplir años. Eso significaba que le quedaba menos para la edad en la que podría acceder al trono. Eso si su tía no era tan obstinada como ella misma y lo aceleraba todo en un proceso que, más que nunca, Jacqueline catalogó de "suicida".- Pero estoy preguntándome si es posible encontrar algo, cualquier cosa, que ponga remedio a lo de mi tía. No quiero darlo por perdido, es demasiado importante.- dijo, seria.

-Supongo que es una pérdida de tiempo que te pregunte si has buscado en la biblioteca del castillo, estoy seguro de que ya lo has hecho.

-He mirado todos y cada uno de los libros de hechicería gélida sobre magia que se transmite a objetos, pasado las páginas innumerables veces de libros de orfebrería mágica, y no he encontrado nada.- explicó, de verdad pensando que Flame empezaba a tener razón sobre la edad que parecía tener.- No sé qué hacer, Marshall me ha estado ayudando estos años, pero ninguno hemos conseguido nada, ni un progreso pequeño.

El príncipe de fuego se mordió la lengua, a punto de decir algo como "si hay algo que pueda hacer para ayudaros, dilo", a sabiendas de que no podría cumplir algo como eso porque, evidentemente, era un elemento totalmente opuesto. No pintaba nada tratando con magia gélida.

-Me gustaría poder ayudar de algún modo.- murmuró, chafado.

-Me ha ayudado muchísimo verte, Flame. No sabes cuánto necesitaba no sentirme tan sola y pequeña.- admitió Jack, sin ni siquiera pensarlo. Una verdad no pensada era una verdad aún más sincera, vaya.- De veras, esto era justo lo que necesitaba.- añadió, dedicándole una sonrisa suave. Cerró los ojos y tomó una bocanada de aire limpio, segura en aquel sitio con él.

El fuego elemental se quedó en silencio, sin nada que decir en concreto a eso, sólo permaneciendo allí.
Cuando quiso darse cuenta, sus dedos jugueteaban con uno de los mechones de pelo blancos de Jacqueline. Paró de golpe al pensar que eso la molestaría, pero para su sorpresa, ella no dijo nada. ¿Cómo iba a decirlo, si se había quedado dormida?

"¿Cuándo se ha dormido?", se preguntó, sorprendido y enternecido a partes iguales.
De nuevo pensó que le habría encantado poder llevarla a su dormitorio, tumbarla en su cama y dejarla dormir tranquilamente, asegurándose así que llegaba a casa sana y salva y que no acabaría durmiendo en la nieve si le apetecía alguna vez. Pero eso era claramente imposible, por lo que tuvo que resignarse a pensar que ya se despertaría con la salida del Sol. No se atrevía a alterar su sueño en aquel momento, lo plácida y tranquila que parecía estar lo acobardó a hacerlo.

Con timidez y mucho cuidado de no despertarla, volvió a alargar una mano hacia su pelo y se atrevió a acariciar la punta de otro mechón níveo, notando la suavidad y el agradable tacto que tenía bajo sus dedos.
Sin saber exactamente cómo, acabó acariciándole el cabello muy suavemente, hundiendo los dedos entre su pelo inmaculadamente blanco y deslizándolos desde la raíz a los extremos, observando las ondulaciones que formaba sobre su regazo.
Aquella vez se permitió pensar en lo adorable que estaba antes de apoyar la cabeza contra la piedra que tenía tras él y donde ya reposaba su espalda y cerrar los ojos un momento.
No pasaría nada si se dormía, seguramente se despertaría al amanecer y le daría tiempo a volver a casa sin problemas. Y tampoco habría osado moverse dado que él era el apoyo de su amiga, lo que la habría despertado al instante.
Pasó la mano por su pelo una enésima vez y ya no fue capaz de saber si estaba despierto o dormido cuando movió los dedos y se dio cuenta de que lo hacía, pues el sueño lo venció también con bastante rapidez.
Sorprendentemente, un sueño tranquilo para ambos.
Esta cosa de aquí me ha costado dos malditos meses de atasco literario, espero que os haya valido la pena Q-Q

:iconallmyloveplz:


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HDA © Pendelton Ward

Flame Prince, Fionna, Marshall Lee, Príncipe Gumball, Ice Queen... © Natasha Allegri
Jacqueline Frost (Princess Frost) © Yo
Comments21
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Fall-Rain's avatar
omg

"...Apoyó las zapatillas en el hielo y se acuclilló ante ella, tendiéndole el oso de peluche.- Y está encantado de volver a verte.- sonrió, dejando escapar las primeras lágrimas de sus ojos, moviéndole al osito una de las patas en señal de saludo."

:iconcryforeverplz::iconineedamomentplz: oh dios , esa parte me llego al corazon :iconleeblushplz: fue tan bello.

sdafdsagfdhgjhadoro tu fanfic!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
que decir, adoro todo lo que haces mujer! *A*! y te pasaste con este cap. esta hermoso, triste, conmovedor, tierno y y y y :iconovariesplz: no me cansare de leer esos momentos bellos de flame y jack que siempre me dejan con ganas de mas asdgfadfdsfdsafdas , siguele! siguele asi chica !
y no te des por muerta aun :iconmingtearsplz: anda y maravillanos mas :heart: